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ENTRE PRIMOS, MÁS CALIENTE.- Yamireth Bstista

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ENTRE PRIMOS, MAS CALIENTE

Yamireth Batista

En medio de la crisis que azotaba al país, la mayoría de las empresas se vieron obligadas a recortar personal y, la agencia de publicidad donde trabajaba Rafael Ozores, no era la excepción. Hacía ya cuatro años que Rafa trabajaba en una de las agencias más importantes, pero fueron perdiendo clientes, a medida que la crisis azotaba, pues es el primer renglón de recorte en los presupuestos. Eran las 5 de la tarde de un viernes cuando le dieron la noticia, le entregaron una carta donde le explicaban que ya no se requería más de sus servicios, de él y de seis personas más.

Rafael tomó la carta y el cheque de su liquidación con el cual podría subsistir un tiempo. Hasta entonces, tenía un buen salario que le permitía vivir sin deudas y ahorrar para tener un colchón por cualquier imprevisto.
Muy bien le habían caído los consejos en aquel seminario que había tomado unos meses antes de “Como sobrevivir en tiempos de crisis” dictado por Alex Dey. Valió la pena la inversión en libros y Cds.

Al principio se sintió molesto pues sabía que hacía un excelente trabajo y que le había hecho ganar sumas millonarias a la agencia, luego se sintió reconfortado de que lo hubieran despedido a él y no a algún otro de sus compañeros con hijos y compromisos hipotecarios. Levantó la mirada y suspiró diciendo:

-Bueno, ¡héme aquí, ahora a comenzar de nuevo! Y bueno, ningún hijo de Dios muere bocabajo, así que vamos, que sí se puede – se dijo a sí mismo dándose ánimo.

Se sentía seguro pues aparte de la experiencia en su rama, contaba con títulos universitarios que le permitirían encontrar otro trabajo igual o mejor al que acababa de perder. Pero sabemos que en época de crisis, no importa el currículum o la experiencia, el asunto es que las vacantes se vuelven limitadas y mal remuneradas, aunque estés más graduado que un termómetro. Y así fue, Rafael movió todos sus contactos, buscó de agencia en agencia, y nada, todo era en vano. Luego trató de buscar de lo que fuera, ya que le preocupaba que al pasar el tiempo se le agotaran las reservas. Para entonces ya habían pasado tres meses.

Rafael se había independizado de sus padres desde hacía cinco años, se había levantado solo y todo lo que tenía era producto de su trabajo. A sus 26 años, alto, de contextura mediana, ojos azules y cabello castaño, de excelente presencia e impecable vestir, había hecho como modelo en algunos comerciales, y es que su tipo no era muy común pues era descendiente directo de españoles. Sus padres habían llegado muy jóvenes procedentes de la Madre Patria, pero el resto de sus familiares estaban allá. Dado a que siempre estaba chateando por internet con un primo hermano que vivía en Madrid, se le ocurrió la posibilidad de probar suerte en el viejo continente. A su primo Carlos le encantó la idea, pues siempre se llevaron bien y tenían muchos años que no se veían. Rafa no lo dudó y preparó todo para el viaje. Según lo planeado, viviría con su primo mientras consiguiera trabajo, no tendría que preocuparse por la vivienda, solamente por la comida y el transporte.

Llegó entonces Rafa a la ciudad que lo había fascinado desde siempre: La gran Madrid, que aunque desde niño solía venir cada año para sus vacaciones, no podía dejar de maravillarse con sus escenarios, era como si el llamado de la sangre llenara de emoción su corazón. Entre sus sitios favoritos estaban la Puerta del Sol, desde donde nacen diez de las calles importantes de Madrid, una de ellas la Calle de Alcalá de donde recordaba sus primeros recorridos de la mano de su madre, alimentando las palomas en la Plaza de Las Cibeles, corriendo frente a la puerta del Ayuntamiento y contemplando la monumental Puerta de Alcalá. Hacer este recorrido nuevamente era para Rafa obligatorio, pues le atraía toda esa herencia cultural de la cual le había contado su padre, un arquitecto de gran reputación, el cual le había contado sobre la influencia musulmana, de cómo la Guerra Civil modificó mucho del paisaje y de cómo se habían construido esos grandes monumentos. Rafael se conocía cada rincón.

En fin era su Ciudad favorita y lugar que recomendaba a todos para pasar unas buenas vacaciones. Es que pensaba que nadie podía perderse esta maravillosa ciudad que para el era un gran museo al aire libre con sus plazas, fuentes, museos y palacios, esculturas por doquier, no había manera de aburrirse en Madrid.

Y claro que no todo era arte y cultura, también el legado venía de la buena cocina. Lo que más le gustaba era saborear un buen plato de jamón serrano y butifarra, acompañado de un afrutado, joven y aromático vino tinto. Por supuesto que jamás despreciaría una humeante y olorosa paella con sus camaroncitos por arriba o una exquisita bandeja de callos a la madrileña. Qué glorioso cierre para la cena que un recién horneado rosco del santo con un anisado de Chinchón, ¡eso le arranca un olé! Desde lo más profundo de su alma. Ahora…barriga llena, ¡corazón contento!

Otra parada obligatoria era en El Corte Inglés, ya que había que ponerse a tono con la moda europea y según la estación, siempre le había llamado la atención este tipo de ropa pero donde vivía, era exagerado y hasta raras estas modas.

Al instalarse en el piso de su primo Carlos (así es como le llaman en España a los apartamentos), se encontró con una sorpresa: su primo no le dijo que vivía con cuatro muchachos más. Carlos era bohemio, a sus 24 años no había encontrado un oficio permanente que le sustentara, vivía un tiempo de la pintura, de tocar guitarra en bares, de cuidar la casa a personas adineradas que dejaban la ciudad por un tiempo, en fin trabajaba de lo que cayera en el momento, pero eso sí, que no tuviera que madrugar ni requiriera de mucho esfuerzo físico ya que eso según él, no era lo suyo.

Físicamente ambos eran muy parecidos, la diferencia radicaba principalmente en la forma de hablar con acentos de sus países de origen y en la forma de arreglarse, ya que Carlos siempre vestía con jeans ajados y camisetas blancas, zapatillas sin cordones, usaba el cabello largo y se afeitaba muy poco, tampoco era que le agradara bañarse a cada rato, a diferencia de Rafael que disfrutaba de un buen baño y de usar colonias finas, siempre estaba impecable y a la moda. Tanto así y según las costumbres occidentales que Rafa le trajo de regalo un estuche con jabón, perfume y loción para después de afeitar, ¿daría resultado? No se sabía, pero valía la pena probar.

Y así comenzó la convivencia entre los primos y una vez ambientado Rafael Ozores en “La Gran Madrid” y en el apartamento de Carlos, inició su búsqueda de trabajo que calculaba le tomaría poco menos de un mes. Pero las cosas se complicaron para Rafa, pues a pesar de que los documentos de trabajo no eran problema al tener la doble nacionalidad, no contaba con que la competencia en las agencias de publicidad era muy fuerte. Luego comenzó a buscar empleo de lo que fuera aunque le tocara pasear perros, pero no encontraba nada y es que el acento no lo ayudaba para nada, y entre tantos dominicanos y peruanos que pululan en la ciudad y que despiertan muchas veces discriminación, a Rafa su tipo español y ojos azules no le daban el efecto esperado. Y es que uno se queja de que no es profeta en su tierra, pero en tierras lejanas la cosa no es color de rosa.

Dos hojas del calendario habían caído ya, Rafa apenas tenía para sobrevivir, a veces tomando sopas instantáneas, otras galletitas saladas con una latita de atún, para bajarlo cualquier residuo de vino que dejaran los otros inquilinos estaba bien o un té que de tanto reciclar la bolsita ya ni teñía el agua.

-Definitivamente no me supe organizar desde el principio, me olvidé a qué venía y no pude soportar la tentación de disfrutar de las cosas que me gustan de Madrid, la diferencia es que antes mis padres cubrían los gastos, ahora sé cuánto cuestan. Pues ni modo – se dijo Rafa para sus adentros – como bien dice mi madre Doña Carmen: “¡cuando hay, se come y cuando no hay, se aguanta” “y mañana pan con cebolla!”.

Como caído del cielo uno de los inquilinos de Carlos, que veía los pesares y vicisitudes que pasaba Rafa, se condolió y le hizo una propuesta:

-Venga Chaval, ¿y es que no has conseguido trabajo tío?

-Pues la verdad ni trabajo, ni nada que se le parezca.

-Venga tío, que en el bar que yo trabajo buscan a alguien para trabajar de bar tender y es de buena paga eh…yo mismo puedo entrenarte tanto como en el ambiente como en el arte de servir los tragos, no es poca cosa lo que te ofrezco.

-¡Que me has caído del cielo Raulillo, claro que acepto!

Raúl López era una gran persona, quitándole los vicios, y es que para mantenerse despierto toda la noche y poder dormir profundamente en el día, se había acostumbrado a las bebidas energizantes, a somníferos, café, bebidas alcohólicas, cigarrillos de toda clase y todo lo que se pudiera fumar, oler e inhalar, y es que por acá hay muchos de estos hábitos son “legales”. Rafa no conocía a fondo a Raulillo como era conocido desde el “Barrio de las Letras” una de las zonas más vitales del Madrid nocturno, hasta la Calle Gran Vía y alrededores, pasando por “Barrio de la Chueca” donde impera la onda gay, y es que este chico era un bartender reconocido en todo Madrid, ya era parte de la fiesta nocturna madrileña.

Aprendía rápido Rafa y en unos días supo lo necesario. Cuando estuvo preparado su padrino “Raulillo” lo soltó al ruedo, con los toros bravíos de la noche. No fue lo que se imaginó, Rafa “El Matador”, como lo bautizaron, no se adaptaba al ambiente y es que este antro lo hacía parecer como un verdadero mojigato, por las cosas que allí se daban. Con eso de que en Europa la gente es más liberal, muy “open mind”, lo que impera es un total leseferismo (dejar hacer, dejar pasar; como dirían los franceses). Y bueno la cosa se puso caliente, pues todo es cuestión de costumbre, Rafa se contagió de la música y del encanto de las bellas mujeres y comenzó a servir los tragos al ritmo de la música latina, ya que la discoteca Azúcar, donde trabajaban Raulillo y el ahora “Matador”, es una disco donde se le rinde tributo a la música latina, para los apasionados de la salsa, la bachata y el merengue. Desde pequeño a Rafael se le dio fácil el baile y estos ritmos, como buen latino, les salían de maravilla como todo un profesional. Cada noche llegaba más gente a ver a “El Matador” la nueva atracción de Azúcar, un ejemplar latino con apariencia española. Comenzó con un pequeño sueldo pero ganaba muy bien en propinas. Al ir ganado popularidad, semana tras semana, el dueño del bar le propuso a Rafael que saliera del área de bar, lo pondría en la pista sobre una pequeña tarima para que deleitara a los clientes con su baile y los animara, a la vez que les podría enseñar nuevos pasos. Rafael lo pensó un par de noches, y estaba preocupado, eso no era lo que el quería para su vida. De ser un gran publicista en su país pasó a la fila de los desempleados, de allí a bartender y para cerrar con broche de oro ¡de bailarín exótico! Se sentía humillado y denigrado, hasta dónde más iba a llegar. Pero como bien decía la abuela: “la necesidad tiene cara de perro”. Llegó a ganar más como bailarín que como publicista, ¡increíble! “El Matador” había ganado mucha masa muscular pues en su tiempo libre levantaba pesas y trabajaba su resistencia para aguantar toda la madrugada el alto impacto del ardiente baile latino.

Había ahorrado lo suficiente para regresar a su patria, pero el negocio estaba demasiado bueno para dejarlo. A sus padres les había dicho que trabajaba de botones en un hotel y luego les dijo que lo habían contratado en una agencia publicitaria poco conocida. Todo menos decirles la verdad, pues su familia era muy conservadora, su padre muy estricto y su madre…bueno ella hacía lo que dijera su papá.

Muchas mujeres había conocido Rafa, pero ninguna lo suficientemente interesante para que despertara algún sentimiento en él. La verdad es que siempre estuvo convencido de que una discoteca no era el lugar para encontrar pareja, por lo menos no para su gusto.

Eran las cinco de la mañana, cuando llegó Rafa cansado de trabajar al apartamento, luego de tomar el metro desde Atocha Renfe. Cuando abrió la puerta se trasladó nuevamente al ambiente del bar, música a todo volumen, un par de mujeres besándose semivestidas, chavales por todas partes producto de un “vuelo” o “pase”. Botellas vacías regadas por todos lados, comida esparcida por el piso, ropa por doquier y en el ambiente un humo asqueroso que olía a pecado por donde quiera que pasaba.

Finalmente entra a su habitación, el sitio más tranquilo de ese infierno dantesco a la madrileña. En el ambiente un olor más agradable que el de la sala y del resto de la casa, “Carolina Herrera for men”. En su cama estaba tirado Carlos, con una borrachera que lo tenía más de allá que de acá, pero se le veía algo distinto en su cara: se había afeitado. Con el cabello recogido y vestido con unos boxers a cuadros, se le veía postrado en la cama de Rafa con una sábana blanca entre las piernas.

Rafael se enojó y trató de despertarlo.

-Vamos tío, levantaos, que vengo cansao y con ganas de dormir, ¡joder!

-Ahhh, hola “Matador”- entre dormido y despierto saluda Carlos a Rafa.

-Claro que soy yo, y quítate de la cama que voy a descansar. ¡que falta de respeto y consideración primo, yo siempre te he respetado tu piso pero esto es el colmo!

Carlos se despega de las sábanas, se levanta y mirando a Rafa a los ojos, le sonríe y camina hacia el muy lentamente.

-Vamos primo no te pongáis así, mira que me he puesto el perfume que me has regala’o y hasta me afeité, mira que bien huelo, ¡vamos acércate!

Rafa siguiéndole la corriente al primo, se aproxima a olerlo y lo que menos pensó era que iba a sentir el aliento alcohólico de Carlos en su boca. Nervioso y enojado se lo quita de encima y le da un empujón aventándolo en la cama. La respiración de Rafael se aceleró, el coraje le recorría las venas, pero no quería que un impulso lo hiciera cometer un acto del que se tendría que arrepentir luego.

-¡Qué te pasa gran marica! ¡No ves que además de hombre soy tu primo, grandísimo imbécil!

-¿Y qué?, ¡ahora estás en Europa! Y si te gusta alguien te lo ligas.

-Tu lo que estás es borracho y drogado, será mejor que olvidemos esto y vayamos a dormir.

-Pues no, y tú provocaste todo esto.

-¿Yooo? A ver y, según tú, qué fue lo que hice, hijo de la chin…

-¿Crees que no te he visto como te me insinúas cuando haces pesas?

-Y de cómo me miras cuando te meneas en ese bar. Entonces para qué esos regalos y perfumes caros. ¡Acaso no te gusto!

-¡Esto es una locura, somos primos, somos familia, llevamos la misma sangre! ¿En qué clase de pervertido te has convertido?

-Ningún pervertido, sólo disfruto de la vida como todos y no me niego ningún gusto, entre esos tú. ¿No has escuchado que entre primos y parientes, la cosa es más caliente? ¿No quiere probar a ver si es verdad?

-Mira no voy a seguir hablando contigo. Me voy a un hotel y mañana hablamos cuando vuelvas en ti. ¡Estás loco!

Luego de brincarse algunos cuerpos inconscientes logró salir de aquel siniestro lugar. Caminó toda la madrugada hasta que lo alcanzó la luz del Astro Rey. Rafa no podía creer como había vivido tanto en tan poco tiempo y lo más increíble es que su primo le confesara una atracción por él hasta el punto de robarle un beso. Estaba asqueado de sí mismo, por su trabajo y por el comportamiento del que hasta ahora había sido su protector y amigo de la infancia, al cual lo unía un estrecho lazo de sangre.

Apenas abrió el banco, sacó su dinero y con la ropa que llevaba puesta se fue al aeropuerto. Compró un pasaje de vuelta a casa y luego de un largo viaje llegó a su hogar. A la semana siguiente Rafael recibió todas sus cosas provenientes de España, con una nota de su primo que decía:

“Eres todo un Matador, tal vez no soportaste la idea de convertirte en presa. Podrás escapar de mí, pero no de ti, ni de tus sentimientos, ni de lo que eres. Ese beso que te dí fue consciente y seguro de lo que sentía. Nunca lo vas a olvidar”.

Rafael quemó la carta, y le hubiera gustado quemarse también la boca para borrarse las huellas que ese beso le dejó. Con el dinero ahorrado puso su propia agencia de publicidad, que le trajo pequeños clientes que no podían pagar una agencia grande y de renombre. A la agencia le llamó “Azúcar Publicidad”, que era el elemento que necesitaba para endulzar su vida. Se casó con su mejor amiga de toda la vida y tuvo dos hijos.

Lo que nunca podrá borrar de su pensamiento es que ese beso le llevó a confirmar que realmente era homosexual, si ese beso no se lo hubiese dado su propio primo, tal vez la historia sería diferente.