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UN ACUARIO EN EL DESIERTO.- Ruby García

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UN ACUARIO EN EL DESIERTO 

Ruby García
El cantar de los grillos se oía a lo lejos, una brisa jugaba con sus cabellos mojados, el suelo todavía húmedo por el rocío de la noche y la luna llena, los acompañaba como lumbrera. El ambiente perfecto para su pajamas night (piyamada).

Después de un día cargado de tantas actividades: nadar, pasear en bicicleta, ir de pesca y más, los niños al fin habían decidido sentarse junto a la fogata. Cantaban, reían y comían deliciosas salchichas y bombones asados al fuego.

Estaban extasiados por el ambiente y el lugar. Tendieron una manta en el suelo, se dedicaron a contemplar el firmamento lleno de estrellas y jugaban a ver quién adivinaba más constelaciones y, si tuvieran suerte esa noche, hasta una estrella fugaz podrían observar para pedir un deseo.

El silencio reinó por varios minutos, pero fue interrumpido por el menor de los niños:

-¿Mamá tu crees que hay vida en otros planetas?

-Claro que sí. Interrumpió abruptamente su primo. En la escuela la Miss nos explicó que nuestro sistema solar es una pequeña parte del Universo y que no dudaría que hubiera otros planetas con personas y…

-Yo también creo que existen los marcianos. Añadió el otro primo. El otro día vimos una película en la Tv donde salían unos marcianos y luego…

-A ver niños, vamos a ver, lo que yo si les puedo asegurar es que en donde vivía de soltera había, bueno todavía existe, un lugar donde la NASA investigó y sigue investigando acerca de las aguas que se encuentran en ese lugar ya que se presume que contienen bacterias primitivas y podrían ser indicios de vida extraterrestre.

-¿Qué quiere decir eso tía? Preguntó Aldo.

-Aldo estas pero bien… bien… cómo decirte, cómo te explico, mira, lo que significa es que… bueno tía mejor explícale tú, porque a mí no me va a entender… ya ves como es.

-Mira: Es como un acuario extraído de los comienzos de la vida: vegetación espesa, bancos de peces y otras formas de vida significativos. Este lugar es considerado como un extraño laboratorio natural que sirve para demostrar teorías sobre los comienzos de nuestro planeta. Podríamos decir que es una ventana al antiguo mundo.

-Tía acaso… no me digas… déjame adivinar de pura casualidad estás hablando de Cuatrociénegas, Coahuila? Cuestionó Diego, el mayor de ellos.

-¡Sí! ¿Cómo lo supiste?

-Bueno porque mi mami nos enseñó fotos de ese lugar y por lo que se mira está bien “padre”.

-Sí ustedes nacieron de éste lado y no alcanzaron a conocer el lugar, pero está considerado como Patrimonio Nacional.

-¿Y eso qué quiere decir tía? Añadió Aldo.

-¡Ay Aldo! tú y tus preguntas del millón.

-Miren: México está entre los primeros lugares del mundo que cuenta con una diversidad biológica exquisita y entre las zonas de esta extraordinaria riqueza encontramos el Valle de Cuatrociénegas. En 1994 este lugar fué declarado por el Gobierno Mexicano como Area de protección de Flora y Fauna. Es el hogar de más de 100 especies de animales y plantas únicas en el mundo. Alberga uno de los humedales más importantes de México. Formado por más de 200 pozas, ríos, lagunas y ciénegas. Las aguas subterráneas entre las pozas, comparten miles de comunidades microbianas que forman estructuras fósiles similares a las halladas en Marte, y es quizá el único lugar del planeta en que las bacterias siguen siendo el alimento de caracoles y peces (como sucedía al principio de la vida).

-¿Y a quién se le ocurrió ponerle el nombre de Cuatrociénegas? Preguntó Gilberto.

-El nombre de Cuatrociénegas de Carranza hace referencia a las ciénegas que forman los abundantes manantiales que hay en los cuatro puntos cardinales y por haber sido cuna del primer jefe del Ejército Constitucionalista: Venustiano Carranza.

Aldo con un espíritu de escepticismo añadió:

-A mí se me hace tía, que es puro cuento todo esto…

-De ninguna manera, todo lo que te digo está científicamente comprobado.
Hace varios años la prestigiosa revista National Geographic hizo un reportaje en el área llamándola: “Un Acuario en el Desierto Mexicano”. Recientemente un grupo de científicos italianos, mexicanos y estadounidenses han estado explorando el sistema de cavernas y canales y la investigación en el área sigue en curso. Los geólogos desean descubrir la fuente del agua que alimenta las pozas en el valle.

-¿Y si nos fuéramos de vacaciones para allá que veríamos mami? Me gustaría invitar a mi amigo Matthew.

-Bueno, podemos encontrar enormes montañas arenosas, dorados desiertos, así como pozas con cristalinas aguas.

Disfrutaríamos de un oasis en el desierto, cuyas pozas y aguas cristalinas te harían enamorarte no solo de la ciudad de Cuatrociénegas sino también del Estado de Coahuila. Es un escenario ideal para el ecoturismo.

-No, por favor no, Aldo no preguntes que significa ecoturismo. Nada tiene que ver con los ecotaxis ¿ok?

Todos se rieron por el comentario de Diego.

-La Poza de la Becerra, el Río Mezquites y la Poza Azul son ecosistemas únicos que albergan una extraordinaria biodiversidad. Las aguas de La Poza de la Becerra y las Playitas son ejemplos donde la visibilidad en sus aguas es muy buena especialmente bajo el sol del mediodía. En algunos lugares, el buceador puede mirar la arena revolverse en los borbollones de tal modo que parece un pequeño crisol de agua en ebullición. Estos lugares son ideales para los que buscan la soledad en la naturaleza.

Las dunas de yeso estampan una postal inolvidable en la memoria de quienes las visitan.
En el centro del Pueblo se ubica el Museo Casa Carranza, hogar del Héroe Nacional donde se pueden apreciar retratos de Venustiano Carranza así como de su muerte y episodios de la Revolución Mexicana.

En las Bodegas Ferriño Vitali se puede degustar de la tradición vinícola del valle.

La Casa de la Cultura muestra una colección extensa de objetos elaborados por las tribus que habitaban la región.

-Ay tía, a mí se me hace que ese lugar ha de estar bien aburrido. Aldo añadió con un timbre de decepción.

-¡Qué te pasa!, si hay muchas cosas qué hacer, dice mi mami…Agregó Diego.

-En efecto La belleza de las pozas en Cuatrociénegas brindan un marco ideal para la práctica de deportes náuticos.

-Por favor Aldo no se te vaya ocurrir preguntar que son deportes náuticos. Diego insistente, exclamó.

Y todos soltaron carcajadas.

-El visitante puede bucear, es decir explorar un mundo subacuático y acariciar los peces sintiéndose completamente seguro en este medio. Para desarrollar esta actividad no se requiere poseer un gran estado físico, ni un estilo de natación definido; solo basta aprender bien los aspectos técnicos del buceo para realizar una inmersión tranquila y placentera. Este deporte ayuda a salir de lo cotidiano, combatir el estrés y conocer un extraordinario universo acuático.

También El surf es un deporte muy completo, obliga a entrenar. Es excitante, agotador y con mucha adrenalina. Para el kayakismo se requiere sangre fría y nervios de acero, las personas que reman en kayak experimentan un punto de encuentro entre la habilidad de maniobrar su embarcación en ríos peligrosos y la agresividad implacable del agua que con sus rápidos pone a prueba el temple de los intrépidos.

El windsurf es una combinación perfecta entre el surf y los barcos de vela. En los últimos años, este deporte ha dado un gran giro, llevando la especialidad al extremo, cuando los windsurfistas aprovechan la velocidad que les da el viento para usar las olas como rampas y efectuar todo tipo de saltos.

Uno de los deportes que más ha evolucionado con el paso del tiempo es montaña en bicicleta, convirtiéndose en una modalidad mucho más arriesgada y divertida para disfrutar de parajes inaccesibles y los senderos más complicados.

-¿Y que pueden hacer los menos afortunados como Gilberto que por comer tantas tortillas de harina no podrían practicar estos deportes de alto riesgo? sarcásticamente agregó Aldo.

-Párale yo no estoy gordo, tengo músculos en reposo, pero nada más.

-Ya niños no se peleen. Bueno contestando a tu pregunta los que desean vivir un momento más relajante, pueden elegir un paseo a caballo y recorrer montañas, parte del desierto y ciénegas con toda la familia, disfrutando de hermosos momentos. Lo ideal es realizar esta cabalgata guiados por personas expertas de la zona con dóciles caballos. Si se va a realizar una cabalgata corta, no es necesario saber montar. Una rápida charla teórica con el guía es suficiente para aprender a tomar las riendas. Cuando la excursión dura más de un día es aconsejable tener experiencia para no terminar agotado. Las cabalgatas no representan grados de dificultad considerables, ni restricciones de sexo, edad o condición física, solo se deben tener ganas de contemplar el paisaje de un modo diferente.

-¿Mami y tú por qué crees que sería interesante visitar este lugar? añadió Gilberto.

-Bueno porque lo que verás y experimentarás cuando visites este lugar es un pequeño regalo que nuestra Madre Naturaleza formó con sus propias manos. Podrás investigar el significado que encierra este lugar cuando entiendas los alcances que pueda tener sus hallazgos y seguramente lo apreciarás mejor. También aprenderás a respetar los elementos que dan vida a esta obra.

Uno por uno empezó a cerrar los ojos por el cansancio, cuando Gilberto interrumpió súbitamente y gritó:
-Miren, miren allá una estrella fugaz, vamos a pedir un deseo. Rápido, rápido pidan un deseo.

Todos miraron y pidieron el deseo. De repente Diego interrumpió y dijo:
-Yo ya sé cual fue el deseo de mi tía

Y Aldo añadió ¿Cuál?

-Volver a estar en Cuatrociénegas, Coahuila.

A lo que su tía asintió con un ligero movimiento de cabeza.

MÍO, MÍO Y SÓLO MÍO.- Marina Saucedo Mondragón

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MÍO, MÍO Y SOLO MÍO

Marina Saucedo Mondragón

Cuando era un poco más joven, y por lo tanto mucho más arrogante e ignorante, me engañaba a mi misma haciéndome creer que era muy generosa, y que las personas que estaban cerca de mí eran muy afortunadas por contar con mi “generosidad.”

Qué manera de querer verse la cara de estúpido uno mismo, por eso no me enoja y mucho menos me sorprende que otros me la hayan visto tantas veces.

La generosidad es un acto de amor que todos queremos practicar, pero a primera vista nos tiende una trampa, en un sentimiento tan atractivo y seductor que juraría que nadie ha podido escapar de tan mezquino acto, antes de descubrir que se trata de una falsa generosidad. No sé a qué se deba, pero nos encanta, qué digo nos encanta, nos jactamos cuando le tendemos la mano a los demás…

No, nadie ha podido evitar caer en la trampa de “la falsa generosidad”, solo que algunos nos descubrimos en el acto y la bochornosa escena nos aniquila y nos obliga a escondernos en un rincón para lamer las heridas que nos causa tal humillación.

(La humillación ante uno mismo es la más vergonzosa de todas)

Otros nunca se dan cuenta, y así continúan su camino por la vida, repartiendo con singular alegría y generosamente, toda clase de consejos, objetos que ya no les son útiles, tiempo en actividades altruistas para evitar la soledad, donativos que los ayudarán a pagar menos impuestos y shalalá y shalalá…

El día que le dije esto mismo a mi madre, estuve a punto de quedarme huérfana…
Le enojó a tal grado mi aportación cultural, que casi le ocasiono una embolia, y la mueca de su rostro me angustió tanto, que por unos segundos pensé que sufriría una parálisis facial…

Y, es que ella nos educó a mis hermanos y a mí para ser muy, muy generosos…

Me tardé unos segundos en darme cuenta y reordenar las palabras, volverlas a decir, pero con más sutileza y, bueno, tratar de arreglar un poco aquel desatinado comentario, no por lo que dije, sino en como lo dije…

Creo que esa fue una de las muchas veces que le rompí el corazón. Les recuerdo que contaba con la estupidez que acompaña a la juventud, y era muuuy joven en aquel entonces.

(Estoy segura que tendré que regresar en otra vida para aprender a ser más diplomática)

La generosidad no es un sentimiento con el que uno nace, todo lo contrario, cuando somos pequeños nuestros instintos nos dicen que tenemos que cuidar y defender lo que nos pertenece, lo último que queremos es compartir lo que consideramos propio.

Ningún niño está dispuesto a dividir su chocolate para repartirlo entre sus hermanos, ninguno de nosotros regalaría su juguete favorito al amiguito que acaba de conocer en una sala de espera…

Nadie quiere compartir a su mejor amigo, y no, definitivamente nadie está dispuesto a compartir a su gran amor…

No, claro que no… ¡Por supuesto que no! Ese sí que es mío, mío y sólo mío.

Entonces, ¿En qué punto podemos combinarlos con el hermoso sentido de la generosidad? Ese que nos llena tanto y nos hace sentir en conexión directa con el Padre Eterno.

Prometo honrar y respetar por siempre y para siempre a quien logre mimetizarlos y hacer un adecuado uso de ellos… Y así será.

Regresando a la escena con mi madre, intenté explicarle con un tono muy amoroso que darle ropa usada a otra persona no es generosidad.

-¿Entonces qué es?

– Es solidaridad Má, en realidad lo que tu quieres es desocupar tu closet, y buscas a alguien que la necesita más que tú y te haga el favor de ayudarte recibiendo lo que ya no usas. Eso es ser solidario.
Cuando vas a la Iglesia y ayudas en la kermés a preparar y vender enchiladas, en realidad estás tratando de ocupar tu tiempo, de paso que tus amigas se enteren los deliciosas que te quedan las enchiladas, y que vean que tu familia sí es unida. O sea estas alimentando tu ego.

-¿Y eso qué es?

Tu vanidad Má, esas ganas de demostrarles a todos los demás que eres bien chingona.
Cuando ibas a ayudar en la escuela a pintar los baños, en realidad lo que querías era supervisar que todo estuviera limpio y en buenas condiciones, como buena madre que eres siempre has estado al pendiente de nuestro entorno…

No me sorprende que mi madre padezca de presión alta…

Algunas veces la he sorprendido mirándome de una manera que me intriga, supongo que se pregunta si acaso yo soy alguna clase de castigo o penitencia que tiene que cumplir para ganarse el cielo y la vida eterna…

-Que así sea, por favor Dios recíbela, ha trabajado tanto para que así sea.
¡Se lo ha ganado a pulso!

Para no alargar tanto este choro, les diré lo que le respondí cuando irónicamente me dijo:

– Entonces, explícame por favor qué es la generosidad, mí’ hijita.

– Má, en realidad no sé exactamente que sea la generosidad, pero te voy a platicar algo que me sucedió:

Mis hijos eran pequeños cuando decidimos hacer el recorrido de La Ruta Maya en Yucatán. Fue un viaje con ciertas comodidades, pudimos rentar un auto para conocer las zonas arqueológicas, las ciudades más importantes de la zona y los paraísos naturales en un tiempo mínimo.

Volamos del DF a Cancún, luego fuimos directo a Mérida.

Lo primero fue hacer contacto con la ciudad y caminar por el Paseo Montejo. La comida que más me gustó fue la exquisita sopa de lima y el pescado tikinxic. Por las noches en la cenaduría disfrutábamos de los panuchos, los papadzules, la cochinita hecha allí y todos babeamos al probar la salsa xnipec.
Y allí descubrimos las marquesitas, es un cono de galleta parecida a la de los helados hecha en el momento, en el cual agregan una mezcla de quesos rayados que se funden con el calor de la galleta… ¡Deliciosas!

Mientras estuvimos hospedados en Mérida, cada noche regresábamos por una marquesita.

Por las mañanas salíamos muy temprano. En Puerto Progreso me di vuelo recogiendo conchas mientras los demás corrían a lo largo de la playa, disfrutamos de la maravillosa vista de los flamingos y los esteros en Celestún, visitamos las ciudades de Izamal y Valladolid, y las zonas arqueológicas de Acanceh, Dzibilchaltún, Ek-Balam, Labná, Xlapac, y las más importantes, Mayapán, Uxmal, Chichén Itzá.

De paso las grutas de Lol-Tun y Balankanché.

Indudablemente que lo más disfrutado por los niños eran los cenotes, algunos de ellos fueron Chelentún, Chacsinic-Ché y Bolonchojol, verdaderos oasis que ayudaban para refrescarse en las temperaturas de 38 y 40 grados.

En ese viaje, las joyas de la corona fueron Uxmal, Tulúm y Chichén Itzá, con sus espectáculos de luz y sonido.

Con ese recorrido, por las noches todos quedábamos exhaustos, los primeros días al llegar al las zonas arqueológicas los chicos levantaban las manos y decían:

– ¡Viva! Pirámides, (para ellos eran pirámides, para nosotros basamentos) pero, para el cuarto día llegábamos y decían:

– ¿Más piedras?

En uno de esos lugares recibí una de las lecciones más importantes de mi vida.

Las condiciones de vida de esa zona no tienen nada que ver con las ciudades que conocemos y las comodidades de las que nos hemos hecho dependientes. Hay un grave rezago social y económico. Sin embargo, la amabilidad y la gentileza de los yucatecos merecieron y merecen aun, todo mi respeto y admiración.

A la mitad del viaje, una tarde los chicos estaban cansados, asoleados y deshidratados, por lo tanto ya no querían moverse para entrar a una de las zonas arqueológicas de la ruta planeada para ése día, el trato que les propuse fue:

– Ésta es la última visita de hoy y nos regresamos al hotel para que naden en la alberca y descansen un rato antes de la cena. ¿Qué dicen, aceptan?

(A pesar del chantaje de la alberca ya no quisieron moverse ni bajar del auto.)

Mientras hacía todo lo posible por convencerlos y negociar, no pude evitar escuchar la conversación de las personas que cuidaba la entrada al lugar.
Ese día, para comer solo tenían cinco tortillas, un poco de salsa y dos naranjas, ellos eran tres adultos: el hombre que cuidaba la entrada, su esposa y su hija.

Y la señora tampoco pudo evitar escuchar la conversación de nosotros en el auto.
Mi pequeño que entonces tenía 8 años intentó hacer un berrinche para presionarme y terminar la ruta en ese momento.

– ¡Tengo hambre, tengo sed y ya me quiero ir!

Su hermana lo secundó…

– ¿Y si nos vamos y mañana regresamos mas temprano? Yo también tengo hambre y mucha sed…

En ese momento la mujer se acercó, y nos ofreció las únicas tortillas que tenía. Por supuesto que le dije que no, con mi gran tono de señora de ciudad:

-No. Gracias, que amable, no se preocupe, aquí adelante les compraré algo de comer…

-Pero sin chile, continuó ella, – porque les puede picá a los niños.

También le dio a cada uno una naranja, mientras me decía:

-Están chiquitos, déjeselos, pa’que no sufran hambre.

Ese día, Dios me dio una buena bofetada con guante blanco, como lección a mi arrogancia, y el encargado de hacerlo fue un ángel, en la persona de esa mujer, quien vivirá en mi corazón cada día de mi vida, como uno de mis mejores recuerdos.

Siendo gente extraña para ella, no nos ofreció lo que le sobraba, nos entregó lo único que tenía.

¡Que la fuerza del amor nos acompañe siempre!