Archivos diarios: 4 septiembre 2009

LOS MARIACHIS CANTARON… Ámbar García Pulido

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LOS MARIACHIS CANTARON…

Ambar García Pulido

Era abril y el reloj marcaba las 8:45 de la noche. Pegada a la ventanilla del avión, Amanda alcanzaba a ver las luces de su bella Guadalajara. Su corazón experimentaba miles de sensaciones al mismo tiempo pero, indiscutiblemente, sobresalía la emoción y la dicha de estar de regreso en casa. Se daba cuenta de que realmente ¡la había echado de menos!

Habían transcurrido ya ocho años desde que tomó la decisión de seguir sus sueños y aprovechó una oportunidad, para terminar la carrera de leyes en España y ese día, por fin estaba de vuelta.

Acababa de cumplir 30 años, había dedicado gran parte de su vida en lograr convertirse en la mujer exitosa que ahora era: La Licenciada Amanda Heredia Chacón, una mujer que causaba admiración en hombres y mujeres debido a su carácter fuerte y determinante, aunque era fácil quererla cuando se le conocía bien. Amaba a los niños y a su trabajo por encima de todo, estaba satisfecha con lo que había conseguido en España y sobre todo tenía claro que el matrimonio no era una opción para ella, y así se lo hacía saber a cada hombre que se cruzaba por su camino, pues prefería la soltería, a lidiar con “relaciones conflictivas” y hasta el momento no había conocido a nadie que le hiciera pensar lo contrario.

Sus pensamientos se interrumpieron cuando el piloto anunció que iniciaría el descenso del avión, por lo que a las 9:05 pm, Amanda estaba pisando tierra mexicana.

La invadía la urgencia por reencontrarse con su familia, tenía prisa por tomar su equipaje, una vez que ya tuvo todo en mano, sus ojos recorrieron poco a poco a la multitud que se encontraba en el aeropuerto, esperando encontrarse con caras conocidas.

De pronto fue sorprendida por unas manos de alguien quien, al cubrirle los ojos le decía: ¡estás de regreso, no sabes cuánto te extrañé! Era Santiago, su único hermano, seis años menor que ella. Se había titulado de ingeniero el verano pasado y estaba emocionadísimo de reencontrarse con su hermana. Amanda no pudo contener las lágrimas y llenó de besos a Santiago mientras sus padres se incorporaban para darle la bienvenida.

-Papá, mamá los extrañé mucho, no saben la felicidad que innunda mi corazón.

-Nosotros también estamos felices hija, pero sabíamos que valdría la pena la espera y… mírate ¡estás preciosa, y convertida en toda una profesionista!

Su madre no paraba de abrazarla, mientras se dirigían al coche. El camino a casa de sus padres fue increíble. Todo era tan distinto, que por un momento tuvo la impresión de que se trataba de la primera vez que estaba en tan hermosa ciudad. ¡Y sí que era hermosa¡. Llena de luces, de grandes avenidas, edificios con verdadero arte arquitectónico y sus templos barrocos. Definitivamente algo que sus ojos extrañaban mucho.

La lluvia no cesó durante toda la noche, pero la mañana la sorprendió con un espléndido sol. Amanda despertó muy temprano para arreglarse. Eligió una blusa color turquesa estilo campesina con los hombros al descubierto, una falda negra larga y estrecha que le resaltaba aún más la cintura, sus cómodas sandalias negras, y como única joya, un precioso brazalete de turquesa, y qué decir de su larga y abultada cabellera negra y esos ojos grandes y profundos, dignos de ser tapatíos.

Había decidido ir a ver a un licenciado amigo de su padre, que la ayudaría a incorporarse a un bufete de abogados para comenzar a trabajar cuanto antes.
La cita era a las 10:00 de la mañana para tomar un café, así que salió más temprano para disfrutar del recorrido por esas las calles de su ciudad, esa preciosa mezcla entre la tecnología y su sabor de antaño.

El olor a tierra mojada la acompañaba por todo el trayecto. Vio sus hermosas plazas con niños corriendo y jugando, sus templos grandes y elegantes, “el centro histórico de Guadalajara”, “la Catedral” uno de los lugares mas visitados , “El teatro Degollado” bello monumento custodiado por Apolo y las nueve musas, qué decir de “La Rotonda de los Hombres Ilustres” lugar donde se conservan los restos de los hijos predilectos de Jalisco, un sin fin de museos de arte, y esos mercados en los que se puede encontrar de todo y cuyas actividades comienzan desde muy temprano. Una ciudad de historia que va siempre a la vanguardia.

Apresurada llegó a aquella cafetería, realmente nunca había visto a este hombre, así es que se limitaba a observar cada mesa, no sabía si se encontraría con un hombre mayor, muy formal, o un joven iniciando su carrera, y un tanto informal. Su mirada se detuvo en una de las mesas, un caballero de aspecto casual, sencillo e interesante se levantó para limitarse a decir:

– Supongo que tú debes ser Amanda Heredia, ¿no es así?

Ella estaba un poco nerviosa, pues a pesar de tener tanta experiencia para tratar negocios, ese hombre tenía algo que los demás, no. Ese hombre realmente la había cautivado con su cordial sonrisa.
–Hola, efectivamente soy Amanda. Usted debe de ser el licenciado Alejandro Corral –contestó Amanda con un gesto de amabilidad.

–Sí, toma asiento y por favor háblame de tú, que me harás sentir un viejo.

–Bueno, esta bien Alejandro, y de eso de las edades mejor ni hablemos, ja já.

–Pero qué dices, no sé que edad tengas pero… ¡luces muy guapa!

–Muchas gracias, pero… bueno a lo que venimos, estoy muy interesada en comenzar a trabajar, acabo de llegar de España y he trabajado allá durante tres años, hasta que me dí cuenta que era el momento de regresar y aquí estoy dispuesta a empezar cuanto antes.

Alejandro la escuchaba mientras observaba y sacaba sus propias conclusiones, pues no sólo era guapísima, si no que además era una mujer inteligente y se notaba que no era alguien que mezclara los negocios con el placer.

Amanda, por su parte, se esmeraba en exponerle sus deseos por trabajar, al mismo tiempo que reconocía que había en él algo innegablemente eléctrico que le impedía dejar de verlo y sentir una comodidad irrazonable.

Terminaron la charla de negocios con éxito, pues ella iniciaría labores la siguiente semana, por lo que les sobró tiempo para hablar un poco más sobre ellos y fue él quien tomó la iniciativa.

–De modo que eres tapatía, me imagino que extrañabas México y por supuesto Guadalajara.

–¡Sí, bastante! No hay comida como la de aquí, esas ricas tortas ahogadas mmm! Créeme que es de lo que más se extraña.

–Me imagino, yo no tengo mucho en la ciudad pero es un lugar mágico que te conquista día con día, aún me falta mucho por conocerla. Lo que me ha dejado cautivado es la riqueza de museos, las actividades culturales y la famosa fabricación del tequila, en realidad una vasta diversidad de actividades que te encuentras.

–Amanda estaba feliz, se sentía como una niña al escucharlo, y en un arrebato preguntó:

— ¿Tienes planes para hoy, por qué no vamos a Chapala?

–Ja já, Chapala , perfecto no se hable más…

Abordaron el choche de él y emprendieron camino al Lago de Chapala, el cual proporciona frescura y no alcanza los niveles de calor ni frío que hay en las localidades a sus alrededor. Esta ubicado a 45 minutos de Guadalajara y es un municipio más de Jalisco. A su alrededor hay miles de puestos entre comida y artesanías. Y ahí estaban llegando Amanda y Alejandro y se dedicaron a recorrer el precioso lago en donde se posa el sol al caer la tarde, de una manera espectacular.

Alejandro extasiado por tan hermoso paisaje, se daba cuenta de que ella era una perfecta compañía, por lo que se propuso no dejarla ir.

–Amanda, tú eres una mujer muy inteligente, muy fuerte, estás llena de vida, y una mujer así, siempre me resulta interesante, no tengo los fundamentos suficientes, hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien con una mujer y me encantaría que me dieras la oportunidad de comenzar algo juntos…

Amanda quedó paralizada, pues si bien era cierto que nunca había conocido un hombre como él, no se sentía preparada para abrir su corazón.

Fueron alrededor de 20 minutos de total silencio, entre los colores violeta que pintaban la tarde, las gaviotas posándose en el muelle y los vendedores de elotes y tamales que dejaban escapar ricos olores.

Hasta que por fin Amanda tomó la palabra, mientras a lo lejos los mariachis tocaron una serenata al atardecer.

–¿Sabes Alejandro?.. estoy loca, ¡realmente perdí el sentido! Pero no voy a quedarme con la duda, no voy a quedarme con las ganas y creo que parte del éxito en la vida es cumplir las metas profesionales, pero si éstas no vienen acompañadas del amor nunca están completas, por lo que sí, ¡quiero tomar el reto!

El la tomó en sus brazos y sellaron su amor en un tierno beso, en el cual sus labios confirmaban la química mutua y, con un abrazo cargado de esperanza,
quedándose con una nueva ilusión, una intriga, una aventura, una duda o una oportunidad encendida, que les ofrecía la Perla Tapatía.