Archivos diarios: 8 septiembre 2009

MOTEL BAJO EL CERRO DE LA SILLA.- Telma Chávez Meza

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MOTEL BAJO EL CERRO DE LA SILLA
Telma Chávez Meza


Es un día muy bello, son días de primavera, vísperas de la llegada del verano y hay unas lluvias tan intensas que incitan a dar un placentero paseo por toda la ciudad. Aunque a mí, en lo particular me gusta más el otoño porque es cuando los días son más variados en cuanto al clima y el calor es menos intenso. Me gusta, tal vez porque empiezan a caer las hojas un poco amarillentas y secas, será por su ciclo o por la tristeza de caer y no levantarse jamás.

¡A estas horas de la mañana llueve con tanta intensidad!, justo cuando habíamos decidido Al y yo pasar el día y la noche entera, recorriendo las avenidas de esta gran ciudad y ¿por qué no? si se puede y nos alcanza el tiempo, disfrutar de nuestra compañía y contemplar los bellos paisajes que nos ofrece la naturaleza.

Lo que no sabe mi querido Al, es que yo he decidido terminar con esta aventura, de la mejor manera posible, para iniciar una nueva.

Nos hubiera fascinado conocer juntos infinidad de lugares sin andar escondiéndonos y compartir en ellos nuestra vida. Bueno, no deseamos que sea así, al menos yo no, tampoco lo hablamos mucho pero son cosas que algún día pensamos hacer y hoy ha llegado este día. Esto nadie lo decidió solamente son los designios del destino.

Pero este paseo resultará algo muy, pero muy intenso, ya que las lluvias de mayo no nos permite saber cuando llegaran y cuando no, se presentan de repente y eso hace más bonito el día, aunque uno no deja de de quejarse por el bochorno que se produce después de las intensas lluvias.

Pero me entretiene ver cómo empiezan las grandes avenidas a llenarse de la torrente, que la gente comienza a resguardarse bajo los árboles o en algún lugarcito de cualquier plaza comercial, el tráfico se vuelve más lento y, en el entorno, se distingue el singular escudo de nuestra ciudad: el Cerro de la Silla.

Estamos rodeados de grandes montañas con frondosos árboles, aún nos queda algo para disfrutar sin tener que salir de la ciudad y mucho menos hacer un gasto excesivo, deleitarse con la comida tan rica que se venden en nuestros tantos y variados restaurantes.

Siempre he deseado un paseo así y poder disfrutar cuando menos de un elote asado, o llevar a casa el pan de elote tan famoso que se prepara en las orillas de las carreteras.

Por estos rumbos hay tantos lugares para visitar y qué decir de no hospedarse, aunque sea por un día. Hay lugares para eso y los moteles de paso son buena opción para una pareja como nosotros, que podemos entrar por horas, pero los hay también para hospedarse por varios días. La hospitalidad de la gente siempre es de la mejor, al igual que las instalaciones. De eso no hay duda.

Hay hermosas cabañas para una familia completa o grupos de amigos. Desgraciadamente eso es algo que Al y yo no hemos podido hacer, a pesar de tantos años de vivir aquí, pero a veces lo impide el no tener tiempo ni dinero para dar un gran recorrido por todos estos paisajes. Qué bonito es cuando lo haces en pareja, con el ser que amas, aquí no habrá playas pero hay ríos y presas.

Tenemos tantos museos, que, por vivir tan de prisa, nos olvidamos de visitar, tantas plazas comerciales dónde puedes encontrar de todo en un solo lugar, y la gente tan hermosa con su gran estilo norteño. Me gusta mi estado y aunque yo no soy nacida aquí, me siento como si lo fuera.

No terminaría de escribir tantas maravillas que hay a nuestro alrededor, pero limitadamente mi querido Al y yo sólo tenemos menos de 24 horas para hacer de este día el más maravilloso que hayamos tenido en nuestras vidas, aunque fuera el único y el último.

Será inolvidable como el primero cuando nos conocimos, pero desgraciadamente tenemos un itinerario muy corto, por supuesto que no para hacer el amor, eso nunca será tan corto.
Pero aquí hay tanto lugar para disfrutar de día como de noche, aunque la noche no se hizo para nosotros y, aun así, rompemos las barreras para escaparnos de vez en cuando, a escondidas de la gente. Cuando empieza a oscurecer, tenemos que olvidarnos por completo de disfrutar de una noche intensa de baile, de una borrachera juntos, de un amanecer abrazados uno del otro.

Como dice Al, volvamos a la realidad: nos conocimos en una época equivocada. Yo no creo que sea eso, simplemente, nuestros destinos eran otros.

Realidad o no, está llena de amor, de pasión, al final del día de lo único que pudimos disfrutar fue de una buena sesión de sexo y compañía agradable y una visita rápida a un rancho en las afueras de la ciudad lejos del ruido y de todos, en el cual al llegar sólo nos tiramos en la sombra de un grandísimo árbol, con una eterna libertad y confiando en la soledad. Nos despojamos de lo que traíamos puesto para derrochar caricias y abrazos por nuestros cuerpos, después de disfrutar de una ligera comida y una deliciosa cerveza. No soy muy fan de beber, pero la ocasión lo amerita.

La sesión para iniciar el ritual del sexo siempre se va en caricias tiernas hasta terminar exhaustos. Hace varias semanas no nos disfrutábamos tanto, pero hoy se dio la oportunidad y esas oportunidades se aprovechan sin más que pensar hacerlo todo, bajo la naturaleza y una ligera lluvia que no cesa. Nuestras manos entrelazadas y los labios unidos, gozando el momento, sus manos tan varoniles, no dejan de deslizarse bajo mi falda jugueteando con mi intimidad ya tan húmeda de tanta excitación, ocasionándome ligeros espasmos.

Yo no necesito incitarlo para sentir su firmeza y su siempre excitación hacia mi. Al se enciende con un simple beso y eso hace la relación más intensa. Sus labios suben y bajan como si fueran las gotas de agua que caen en nuestros cuerpos, su cabello tan húmedo por la lluvia y sus ojos tan brillantes llenos de erotismo, hacen una combinación perfecta para solo verlo y excitarme hasta pedirle que siga y no se detenga dándome mas placer hasta caer desfallecidos, ese momento se hace eterno que cuando llega la hora de despedirnos. Lo prolongamos tanto como si en cada despedida supiéramos que no volveremos a vernos, pero al contrario son más ansiadas y mucho más intensas.

Sobre todo cuando ya eres capaz de volar los extremos de la realidad, caminar por otro punto de la ciudad y escapar en medio de la noche de una casa, sin importarte nada, que más que hogar parece tu prisión. Es algo tan furtivo, pero tan excitante y lleno de emoción, preocupante por los chismes de la gente, pero la pasión y el amor de estar con esa persona… puede más que todo eso, salir huyendo en medio de la nada, pero con una llamada de consuelo y esperanza. Se logra mucho, sobre todo caminar por la noche en medio de calles tan llenas de peligro, para pasar una madrugada en brazos de otro hombre, que siente la soledad, igual o peor que yo, solo nuestros besos y caricias mitigan esta tristeza que sentimos, de no poder estar juntos, amanecer y desayunar juntos, eso será imposible, porque hay alguien en la lejanía esperando por ti, sólo para seguir fastidiando tu existencia. ¿O será acaso que también le teme a la soledad?

Llegar a la cita y hora señalada ha sido lo único deseable en este día. Arrancar a toda prisa con las ansias a flote del deseo, al llegar a nuestro destino, no puede pensar uno en hablar sino nada más que en despojarse de las ropas. El calor es tan intenso, es un lugar diferente, no tan elegante pero eso no importa. Para disfrutar lo que sentimos y deseamos, el motel de paso bajo el Cerro de la Silla es lo de menos. A él, con su pantalón negro con unas ligeras rayas blancas y su camisa de un tono gris como nuestras almas, no le favorece mucho ese color, pero para mi siempre se verá muy bien, con un corte de cabello tan juvenil que esconde su pelo entrecano pero con su cara tan sexy y una sonrisa tan seductora, pero sus ojos con un brillo tan diferente al de otros días. El, tan alto que apenas logro llegar a sus hombros, pero tan fuerte que me asfixia con sus besos y caricias, que me vuelven loca con tan solo verlo y aspirar su olor y yo tan simple pero tan excitada que sólo espero el momento de su ritual, comienza a mover las manos de un lado a otro acariciando mi cuerpo entero, introduciendo lengua y dedos por mi intimidad, una y otra vez, buscando cada una de mis partes íntimas, hasta lograr retorcerme en sus brazos y gemir como fiera en brama pidiendo que no se detenga y continúe así hasta alcanzar juntos el clímax y sentir correr ese líquido tan caliente que demuestra que la pasión y el amor pueden existir en dos personas que no nacieron para estar juntos, y rompen las reglas para poder estar aunque sean en esas noches furtivas y tan intensas de pasión…

Pero al paso de los días siempre habrá algo que nos haga volver a unirnos, más no se cómo sucedan las cosas de ahora en adelante, porque me encuentro en un momento crucial para revelarle un pequeño secreto a mi querido Al, que he venido postergando por nuestra situación. Aún no me atrevo a revelárselo, pero sé que se enterará de todas formas. No me decidía pero creo que llegó el momento y no hay vuelta atrás, en tantas tardes de pasión y tantos días de amor, algo tenía que surgir de todo esto. Sé que por esto, mi mundo y el de Al cambiarán drásticamente después de días tan intensos y noches tan apasionadas como tantas otras. Ha quedado dentro de mi una huella imborrable, la cual es y ha sido la unión más fuerte que quedará entre nosotros, digo quedará ya que no habrá poder humano que me haga decir lo contrario, porque esa huella difícilmente desaparecerá. Crecerá, pero no cerca de él, si no lejos, a la distancia a miles de kilómetros. Es la culminación de un gran amor, pero también el fin de un matrimonio que hace mucho esta destruido…el fin de una historia…

Y el comienzo de otra.